“Para crecer de nuevo, el hombre está obligado a rehacerse. Y no puede rehacerse sin dolor. Pues él es al mismo tiempo el mármol y el escultor. Es inherente a su ser el hecho de que debe, a grandes golpes de martillo, hacer saltar las chispas a fin de recuperar su propio rostro”.
(A. Carrel, citado por E. Michaud en “La estética nazi, un arte de la eternidad”)